Etología: entender para que nos entiendan

Todos aquellos quienes tenemos una mascota en casa, en algún momento nos enojaremos por algún aspecto en su comportamiento replicando: “¡Por qué no me entiendes!” y nunca nos ponemos a pensar que la mayoría de las veces, somos nosotros… “la especie superior” quienes no les entendemos a ellos. Para eso, tenemos a la etología; la Etología es una ciencia que estudia el origen del comportamiento, ayudándonos a comprender a nuestras mascotas, las causas que crean éstos comportamientos y las acciones que debemos tomar para corregirlo, y aunque no es una ciencia exacta ya que el comportamiento está sujeto a múltiples factores que pueden causar cambios en la conducta, nos explica un poco el ¿POR QUÉ? de las cosas

Las primeras semanas de vida de un individuo tienen un efecto muy importante sobre su comportamiento posterior. El periodo de socialización de un perro se establece entre las semanas 3 y 12 de vida (por lo general después del destete). Los perros que son separados muy temprano de sus madres, comúnmente, cuando son adultos pueden sufrir de agresividad, hiperactividad, ansiedad por separación, temor, inhibición de conductas sexuales, entre otros. Por otro lado, aquellos que tienen contacto con las personas durante este período tienden a ser más amistosos y obedientes ya que asocian una buena conducta con experiencias placenteras.

Una vez el recién llegado entra al hogar, debemos establecer cuál es el territorio que puede ocupar, donde se ubicará el sustento (agua y comida), donde dormirá y donde hará sus necesidades y las correcciones deben realizarse enseñándole a la mascota que un mal comportamiento genera una consecuencia negativa (la manera ideal de reprenderlos es demostrarles nuestro enojo sin acciones físicas) y luego enseñarle cual es la manera correcta “según nosotros” de hacer las cosas y reforzarlo con un estímulo positivo (los estímulos positivos por lo general son cariños y/o elogios).

Los perros son muy buenos lectores de nuestros niveles de energía, por lo cual es muy importante el manejo de nuestra energía al momento de realizar una acción con la mascota. Cuando un humano se siente triste o su nivel energético es bajo, por lo general la mascota vendrá caminando con la cabeza gacha a hacerle compañía tratando de acariciarle con el hocico, esto se debe a que los estímulos táctiles sobre los receptores cutáneos o pelos de la cara producen un efecto calmante que disminuye la frecuencia cardiaca y regula algunos compuestos en la sangre, como la concentración de cortisol plasmático. Cuando un humano está feliz o eufórico, se verá a la mascota con un rápido y enérgico movimiento de la cola y posiblemente dando saltos. Cuando tenemos ira o cólera la mascota simplemente nos dará nuestro espacio, se mantendrá sentado, con la cabeza gacha o probablemente se acueste sobre su espalda para demostrar sumisión. Cuando tenemos miedo, se genera una respuesta muy particular; la mascota siente nuestro miedo (por lo general pasa con los propietarios de mascotas pequeñas cuando salen a pasear, y al encontrarse con un perro de mayor tamaño toman a su mascota en brazos y salen corriendo del lugar) provocando que la mascota tome una actitud agresiva, con postura erguida o levantando los pelos de su espalda y en ocasiones abalanzándose sobre el “agresor” para morderle, ésta respuesta se produce porque la mascota siente la necesidad de defendernos.

Como podemos ver, la conducta de las mascotas depende de muchas variables, si quieres saber un poco más…consulta a los profesionales quienes con sus directrices te ayudarán a tener una mejor mascota.

María Gabriela Quevedo
Médico Veterinario
Agromédica Veterinaria C.A, S.A.